Vall d’Hebron ha demostrado la relación entre tener un mal microbioma y una peor recuperación después de un trasplante de hígado

El estudio también ha relacionado la mejora de la diversidad de la microbiota con la mejora de la función hepática.

07/06/2024

Un estudio del grupo de investigación en Microbioma conjuntamente con el grupo Cirugía Hepato-bilio-pancreática (HBP) y Trasplante hepático, ambos del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) ha profundizado en la relación entre el microbioma y el éxito de los trasplantes de hígado. Los resultados publicats a la revista Science Direct han demostrado que las personas con más complicaciones y peor pronóstico continúan teniendo disbiosis, es decir, una alteración en la microbiota bacteriana, un año después de la operación. En cambio, las personas con una evolución post operativa más positiva, en un año habían conseguido un nivel saludable de microbiota tanto por la diversidad como por la reducción en el número de patógenos. Por otro lado, el aumento en la calidad y la salud de la microbiota estaba relacionado con una mejora de los indicadores que certifican un buen funcionamiento hepático.

La relación entre la función del hígado y la flora intestinal ha sido demostrada en diferentes estudios que han encontrado una relación directa entre la disbiosis y la agravación de la enfermedad hepática crónica. Una de las hipótesis sobre esta relación es que la microbiota alterada ocasiona una mayor impermeabilidad del intestino. Esto provoca que lleguen al sistema circulatorio microorganismos patogénicos potenciales, o sea, bacterias que a los intestinos son inofensivas, pero que pueden causar daños en otros contextos, como por ejemplo, un desgaste el hígado. También se sabía que justo después de un trasplante de hígado todos los pacientes experimentan una reducción de la diversidad y salud de la microbiota, pero nunca se había encontrado una relación clara entre la microbiota y la gravedad del paciente que ha recibido un hígado nuevo. 

El ensayo analizó la microbiota de 17 pacientes del Hospital Universitario Vall d’Hebron antes y después de la intervención manteniendo el seguimiento hasta un año después. Como grupo control se reclutó las parejas de los pacientes, porque así se conseguía controlar variables como la dieta o el estilo de vida. También se recogieron muestras de los donantes.

Cómo se había establecido anteriormente, todos los pacientes experimentaron un empeoramiento de la flora intestinal después de la operación para posteriormente experimentar una recuperación gradual. Aun así, había diferencias significativas según la gravedad de la enfermedad hepática del paciente: los pacientes más graves experimentaban una bajada mucho más pronunciada y una recuperación mucho más lenta. Un año después de la intervención los pacientes con pronóstico leve tenían unos niveles de salud intestinal comparables a su grupo control, mientras que los pacientes con pronóstico grave continuaban con disbiosis y a la vez tenían un número de patógenos en la microbiota por sobre la media. 

Relación positiva entre la salud intestinal y los indicadores que señalan una buena función hepática

La investigación permitió establecer la relación entre la mejora de la salud intestinal y la de los indicadores de albúmina y gammaglutamiltranspeptidasa, dos de los principales marcadores que se utilizan para valorar la salud hepática. Esto fortalece la hipótesis del vínculo entre una microbiota sana y un buen funcionamiento del hígado. Será necesaria más investigación para descubrir si y en qué grado la microbiota influye en las complicaciones típicas de un trasplante como son el rechazo o infecciones. 

Otra de las hipótesis del equipo investigador y que los resultados parecen confirmar, es que el tratamiento con antibióticos, más largo e intenso en pacientes con una variedad más grave de la enfermedad, es uno de los factores que afectan la microbiota. La Dra. Itxarone Bilbao, del grupo de Cirugía Hepato-bilio-pancreática (HBP) y Trasplante hepático explica que “se tiene que tener en cuenta el tratamiento con antibióticos recibido por el paciente antes de la intervención a la hora de valorar o buscar mitigar la afectación en su microbiota. Por lo tanto, los diferentes profesionales médicos tienen que trabajar de formar transversal y coordinada”.

A pesar de que se necesitan más estudios para desentrañar algunas de las incógnitas que deja esta investigación, la Dra. Chaysavanh Manichanh, jefa del grupo de investigación en Microbioma explica que el trabajo representa “un gran paso adelante para entender la evolución de la microbiota después de un trasplante de hígado y que tiene que ser los cimientos para posteriores investigaciones destinadas a mejorar la salud y la recuperación de los pacientes con un trasplante”.
 

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