Día Europeo del Uso Prudente de los Antibióticos: nos sumamos con estrategias para hacer un uso seguro y evitar la aparición de bacterias resistentes

Vall d’Hebron frena a las superbacterias con diagnósticos microbiológicos de precisión y herramientas para controlar los antibióticos que se prescriben

15/11/2024

Ha llegado el día que el padre de la penicilina, Alexander Fleming, temía. El día en el que, por haber hecho un mal uso de los antibióticos, exponiendo a los microbios a una dosis no letal y haciéndolos más resistentes, se han generado superbacterias. Las consecuencias de tener bacterias resistentes van desde requerir dosis más altas de antibióticos para tratar una enfermedad, hasta la imposibilidad de realizar procedimientos médicos comunes, como una cirugía, que dependen de un control efectivo de las infecciones bacterianas. Instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertan que cada año cerca de 700.000 personas pierden la vida por la infección de una superbacteria. Y otras, como la Universidad de Harvard, ponen cifras a este mal uso: apuntan que casi tres cuartas partes de las 40 millones de recetas que se prescriben cada año en Estados Unidos son para tratar afecciones que los antibióticos no pueden curar.  

Para concienciar sobre este problema, el 18 de noviembre celebramos el Día Europeo del Uso Prudente de los Antibióticos, a propuesta del European Center for Disease Prevention and Control. En el Hospital Universitario Vall d’Hebron nos sumamos para sensibilizar sobre la amenaza que la resistencia a los antibióticos supone para la salud pública, fomentar un uso prudente de los mismos y preservar su acción.  

Este año, los equipos que velan por la implementación de los programas de optimización del uso de antimicrobianos (PROA) en el paciente pediátrico y en el paciente adulto de Vall d’Hebron destacan dos mensajes. Por un lado, se han adherido a la campaña de la Sociedad Catalana de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica que, con el lema “Una buena recolección evita la confusión”, pone el acento en la importancia de un buen diagnóstico. Por otro lado, los equipos PROA-NEN para el paciente pediátrico y PROA para el paciente adulto, responsables de implementar estrategias para hacer un buen uso de los antibióticos, quieren divulgar la clasificación AWaRe, una herramienta de la OMS que ayuda a hacer un uso más racional de los antimicrobianos.  

“Una buena recolección evita la confusión"  

“El diagnóstico para hacer frente a una infección es clave”, defiende la Dra. Nieves Larrosa, jefa del Servicio de Microbiología. “Este incluye el diagnóstico clínico, que permite orientar las sospechas, y el diagnóstico microbiológico, que permite identificar con nombre y apellidos el microorganismo o microorganismos que causan la patología, si es posible, durante las primeras 24-48 horas desde el inicio de los síntomas”, añade.  

“Solo con muestras de calidad se pueden obtener diagnósticos fiables que permitan tratamientos rápidos, precisos y que contribuyan a preservar la eficacia de los antibióticos”, destaca. Para obtener resultados fiables, es fundamental que las muestras se recojan con las máximas condiciones de esterilidad, para evitar la contaminación con microorganismos de la microbiota habitual que puedan alterar el resultado. Además, las muestras deben ser representativas de la fase en la que se encuentra la infección, recolectarse en cantidad suficiente para realizar las pruebas adecuadas y, preferiblemente, antes de iniciar el tratamiento antibiótico. También es esencial que se transporten rápidamente al laboratorio, en el recipiente correcto y a la temperatura adecuada para preservar los microorganismos.  

La Dra. Nieves Larrosa insiste en que los antibióticos actúan contra organismos vivos y que estos tienen características diferentes según la especie a la que pertenecen. Esto les permite adaptarse rápidamente al entorno y defenderse desarrollando resistencia a los antibióticos. “Para no favorecer la aparición de resistencias que dificulten los tratamientos, es fundamental un uso prudente de los antibióticos”, asegura.  

Una herramienta de la OMS para un uso responsable  

Desde su lanzamiento en 2017, la clasificación AWaRe, creada por la OMS para promover un uso prudente de los antibióticos, ha tenido un impacto en la lucha contra la resistencia microbiana. La clasificación de los antibióticos por familias, según se empleen para infecciones comunes o más complejas, y su riesgo de generar resistencia, ha ayudado a crear conciencia entre los profesionales y la población.  

Según sus siglas en inglés, la herramienta AWaRe clasifica los antibióticos en tres grupos. El primer grupo, “Access” (Acceso), incluye antibióticos de primera y segunda línea para infecciones comunes, como la amoxicilina. “Son fármacos con menor riesgo de generar resistencia y deben estar disponibles en todo momento, asegurando que se utilicen antes que otras alternativas más potentes y de mayor riesgo”, explica la Dra. Dolor Rodríguez, jefa de sección del Servicio de Enfermedades Infecciosas.  

En el segundo grupo, “Watch” (Vigilancia), están los antibióticos de amplio espectro, que aumentan la probabilidad de resistencia y cuyo uso debe estar más controlado. “Ejemplos de estos antibióticos son la ciprofloxacina y la vancomicina, recomendados solo cuando los antibióticos de acceso no son efectivos”, añade la Dra. Dolor Rodríguez.  

Finalmente, el grupo “Reserve” (Reserva) recoge los antibióticos de última línea, destinados exclusivamente a infecciones graves causadas por organismos multirresistentes, como la colistina o el linezolid. “El uso de estos medicamentos debe ser extremadamente limitado y rigurosamente supervisado”, advierte.  

En Vall d’Hebron, los equipos que velan por los programas PROA-NEN para el paciente pediátrico y PROA para el paciente adulto, liderados por los equipos de infectólogos pediátricos y de adultos, respectivamente, junto con farmacéuticos, microbiólogos y facultativos de los servicios de Medicina Preventiva, Hospitalización Domiciliaria y Medicina Intensiva, cuentan con estrategias para preservar los fármacos categorizados como “Watch” y “Reserve”. “Para acceder a un antibiótico del grupo “Reserve”, desde el Servicio de Farmacia revisamos las características del paciente, los resultados del laboratorio y la sensibilidad de las bacterias al perfil de resistencias, entre otros detalles”, explica Aurora Fernández, farmacéutica del Servicio de Farmacia del Hospital Infantil y de la Mujer. “Y si identificamos que un antibiótico no se utiliza de manera adecuada, reevaluamos con el equipo asistencial la petición”, añade David Campany, farmacéutico del Servicio de Farmacia del Hospital General.  

Control de los antibióticos  

El AWaRe no solo guía la práctica clínica diaria, sino que también tiene un impacto en el ámbito de las políticas de salud pública. La OMS recomienda, como objetivo, que al menos el 60 % de los antibióticos utilizados en un país pertenezcan al grupo “Access”, garantizando que los antibióticos más seguros y de menor riesgo estén disponibles y se utilicen en primer lugar.  

“Este año, en Vall d’Hebron hemos incorporado este indicador para controlar qué antibióticos utilizamos y promover el equilibrio necesario entre el acceso a medicamentos que salvan vidas y la preservación de su eficacia a largo plazo”, señala Aurora Fernández. “En Farmacia Pediátrica se han prescrito un 61,5 % de antibióticos ‘Access’; un 44,6 % ‘Watch’, y solo un 2,4 % ‘Reserve’”, informa. En el Hospital General los porcentajes son otros, teniendo en cuenta que Vall d’Hebron es un hospital terciario y centro de referencia en patologías complejas. “Sobre todo, prescribimos medicamentos del grupo ‘Access’, un 34 %; del grupo ‘Watch’, un 40 %, muchos de los cuales se administran por vía intravenosa, y pocos del grupo ‘Reserve’, un 6,55 %, reservados a casos muy complejos”, resume David Campany.  

 

“Solo con muestras de calidad se pueden obtener diagnósticos fiables que permitan tratamientos rápidos, precisos y que contribuyan a preservar la eficacia de los antibióticos”

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