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Los investigadores han comprobado que la COVID-19 no aumenta el riesgo de ictus cuando no existe daño pulmonar grave.
Los resultados de un estudio realizado por Vall d’Hebron muestran que las personas con COVID-19 y daño pulmonar grave presentan un riesgo más elevado de sufrir ictus. Sin embargo, esto no sucede en pacientes con COVID-19 sin daño pulmonar grave, quienes tienen el mismo riesgo de ictus que el resto de la población. El trabajo, llevado a cabo entre los meses de marzo y abril, se ha publicado en la revista Journal of Stroke and Cerebrovascular Diseases.
A lo largo de estos meses de pandemia, se ha comprobado que la infección por SARS-CoV-2 se relaciona, en muchos pacientes, con la aparición de trombosis, especialmente tromboembolismos pulmonares que pueden llevar a complicaciones graves e incluso la muerte. Para entender específicamente el riesgo que supone la COVID-19 para la aparición de ictus isquémico, que es el provocado por trombos en el cerebro, los profesionales de la Unidad de Ictus de Vall d’Hebron hicieron seguimiento de 2.050 pacientes que ingresaron en el hospital durante los dos meses de duración del estudio.
Entre el total de pacientes incluidos en el estudio, 21 sufrieron un ictus isquémico. Entre ellos se incluían personas asintomáticas para COVID-19, personas con síntomas de COVID-19 previos al ictus y personas que desarrollaron sintomatología de COVID-19 posteriormente al ictus, durante su estancia en el hospital. Sin embargo, no en todos los casos los investigadores encontraron relación entre la COVID-19 y el ictus, ya que en 12 de ellos se halló alguno de los factores de riesgo para el ictus más habituales en la población general, como tabaquismo, niveles altos de colesterol, presión arterial elevada, etc. Seis de los pacientes que sufrieron un ictus no presentaban ninguno de los factores de riesgo asociados habitualmente al ictus. El resto de los pacientes fallecieron antes de poder establecer el origen del ictus.
“En estos seis pacientes, sin factores de riesgo y cuyo ictus relacionamos con la COVID-19, existía un daño pulmonar grave que requería ventilación mecánica. Por tanto, el estudio demuestra que, en los pacientes con COVID-19, el riesgo de sufrir un ictus solo aumenta si sufren daño pulmonar grave”, explica el Dr. Manuel Requena, de la Unidad de Ictus del Hospital Universitario Vall d’Hebron e investigador del grupo de Investigación en Ictus del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y primer autor del estudio. Este hallazgo concuerda con el resultado de estudios previos que relacionan este tipo de daño en los pulmones, así como la infección por diversas bacterias y virus, con la aparición de síntomas neurológicos y en particular con el ictus. De esta forma, el virus SARS-CoV-2 seguiría el mismo comportamiento que otros virus. El Dr. Requena enfatiza que “la mayoría de los pacientes con COVID-19 no presentan un daño pulmonar grave. Y en estos casos hemos comprobado que el riesgo de ictus no aumenta”.
Por otro lado, este estudio demuestra que los pacientes con COVID-19 que sufren un ictus provocado por la obstrucción de grandes vasos sanguíneos y son tratados mediante trombectomia, el tratamiento de referencia, tienen un peor pronóstico y una mayor mortalidad que aquellos que no tienen infección. “La peor evolución clínica de estos pacientes podría deberse al daño pulmonar asociado a la COVID-19, que provocaría que llegara menos oxígeno al cerebro y que, por lo tanto, el tratamiento contra el ictus no fuera tan eficaz”, comenta el Dr. Requena.
Ictus y Hemodinámica Cerebral, Hospital General
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