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La unidad ofrece una asistencia multidisciplinar, desde el momento del ingreso, que implica a los servicios de Farmacia, Rehabilitación, Trabajo Social y Soporte Nutricional
Las personas viven más que nunca. En España, la esperanza de vida de las mujeres llega ya a los 85,8 años y la de los hombres, a los 80,3 años. Veinte años atrás, era de 82,7 años y 75,9 años, respectivamente. Son cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). Hay más. Se estima que las mujeres que en 2035 tengan 65 años, todavía tendrán por adelantado una esperanza de vida de 24,5 años, y los hombres, de 20,9 años. En esta evolución, hay un aspecto clave: la mejora de las expectativas de vida en las personas de edad madura y avanzada. Y en esta mejora incide el abordaje de los pacientes geriátricos en los sistemas de Salud, que en los últimos años se ha adaptado a nuevos retos y necesidades. La Unidad Geriátrica de Agudos (UGA) del Hospital Universitario Vall d’Hebron es un ejemplo. Con la mejora de la situación epidemiológica de la COVID-19, la Unidad Geriátrica de Agudos reabrió en junio en el Hospital de Traumatología, Rehabilitación y Quemados. Y lo ha hecho con cambios. Ha aprovechado este tiempo de parada para proteger a los y las pacientes del virus, para repensar la Unidad Geriátrica de Agudos del siglo XXI, con un equipo multidisciplinario que ofrece una atención personalizada a los y las pacientes grandes agudos frágiles. Estos pacientes son personas con una buena situación funcional y cognitiva, pero que si sufren una enfermedad aguda que los lleve el hospital, les puede comportar un retroceso funcional y cognitivo. Los primeros tres meses desde su reapertura, ha dado 54 altas hospitalarias.
“Hemos hecho una reorientación de cómo queremos que sea una Unidad Geriátrica de Agudos del siglo XXI en un hospital terciario", explica la Dra. María José Abadías, subdirectora asistencial del Hospital Universitario Vall d’Hebron. “Lo hemos emplazado a la tercera planta del Hospital de Traumatología, Rehabilitación y Quemados, un entorno con profesionales que están acostumbrados a hacer curas y valoraciones de pacientes geriátricos, donde hace años que funciona la Unidad de Ortogeriatria”, matiza.
Uno de los ejes estratégicos del Hospital Vall d’Hebron es la atención al paciente frágil. Y entre estos pacientes, “tenemos los y las pacientes mayores frágiles, sin o con dependencia leve y sin deterioro cognitivo grave previo, y puntualmente, con una enfermedad aguda y compleja que requiere ingreso en el hospital”, comenta el Dr. Antonio San José, jefe de la Sección de Geriatría. Acostumbran a ser personas de más de 75 años, que tienen autonomía y no sufren un deterioro agudo cognitivo ni funcional, muchas veces viven solos, pero corren el riesgo de experimentar un deterioro grave de su estado de salud cuando sufren una enfermedad aguda. “Una neumonía, una gripe o una infección puede llevarlos a desarrollar delirium o perder la capacidad para cumplir las actividades físicas diarias”, avisa el Dr. Antonio San José. Este bajón supone para estos pacientes y sus familias un impacto en su calidad de vida y puede llegar a ser irreversible. Para ellos se ha pensado la Unidad Geriátrica de Agudos. La mayoría de estos pacientes ingresan en la Unidad desde el servicio de Urgencias, siguiendo unos criterios consensuados en función de su fragilidad, dependencia física y situación cognitiva. “El objetivo de la Unidad Geriátrica de Agudos es prevenir las descompensaciones y preservar su autonomía”, defiende. "Las evidencias nos dicen que con estos pacientes si, además de hacerles un buen diagnóstico y un buen tratamiento, se les protege con una serie de protocolos multidisciplinares –como prevenir el delirium, la bajada funcional, las caídas, ajustar la medicación o hacer trabajo social–, se les puede enviar a casa en mejores condiciones y requieren menos ingresos en hospitales de atención intermedia. Y todo, sin alargar la estancia media", añade.
Las sociedades científicas de geriatría internacionales defienden evitar el ingreso hospitalario de pacientes frágiles en hospitales de agudos y apuestan por potenciar alternativas a la hospitalización, como la hospitalización a domicilio, las consultas externas y los hospitales de día. De este modo, se pueden evitar posibles consecuencias del ingreso hospitalario en estos pacientes mayores frágiles, como por ejemplo la bajada funcional, el delirium y los síndromes geriátricos.
Hay consenso en que el hospital del presente tendrá que evolucionar hacia hospitales adaptados a las personas mayores (elderly friendly hospital), tanto a nivel de espacios y equipamentos, como de profesionales con conocimientos en el manejo de las personas mayores frágiles. Asímismo, será necesario desplegar Unidades Geriátricas de Agudos con equipos interdisciplinares para los pacientes con más riesgo de sufrir un retroceso funcional y cognitivo.
Un circuito coordinado
En el Hospital Vall d’Hebron, cuando un o una paciente mayor llega al servicio de Urgencias, se establece su situación basal de acuerdo a una serie de criterios y escalas validadas internacionalmente, que ayudan a catalogarlo como paciente robusto, prefrágil o frágil. Para conocer su estado físico y cognitivo, se le pregunta por actividades cotidianas y según el resultado, se le deriva a la Unidad Geriátrica de Agudos, que dispone de ocho camas. La estancia media en esta unidad es de ocho días. En caso de no requerir los servicios de un hospital terciario, se le puede derivar al Hospital de San Rafael con quién Vall d’Hebron cogestiona la Unidad de Fragilidad, que cuenta con 24 camas.
“Desde el momento del ingreso en Urgencias, un equipo transversal empieza a planificar el alta. Valoramos las necesidades del paciente y decidimos qué itinerario hará”, explica la Dra. Carmen Pérez, médica adjunta de Medicina Interna de la Sección de Geriatría y Coordinadora Asistencial de la UGA. “La atención en la UGA es multidisciplinar, con una muy estrecha colaboración con enfermería, pero también con otras especialidades, con las que se han elaborado protocolos y circuitos específicos, que son Rehabilitación/Fisioterapia, Unidad de apoyo Nutricional, Trabajo social y Farmacia. De este modo tenemos una visión global para abordar aspectos individualizados”, comenta.
La unidad ofrece un tratamiento interdisciplinar para facilitar la recuperación de los y las pacientes en un breve espacio de tiempo. El Dr. Antonio San José concluye que "estamos coordinados para proteger a estos pacientes en una manta protectora".
Este circuito coordinado aporta beneficios en ambas direcciones. "Los y las pacientes están al cuidado de un equipo de geriatría muy bien preparado que sigue el contínuum asistencial desde Urgencias hasta el alta, con el objetivo de mejorar su funcionalidad física y cognitiva para poder volver a casa en las mejores condiciones posibles”, relata Teresa Sanclemente, Supervisora del Área de Conocimiento del Paciente Frágil Traumático y del Área de Conocimiento de Medicina Interna de la UGA. “Por su parte, los profesionales sacan provecho de la transmisión de conocimientos en las reuniones de coordinación", añade. El equipo se reúne por la mañana y a mediodía. Y los y las pacientes reciben información todos los días. “Esta coordinación y planificación tiene un impacto en las personas. Estar informados reduce la ansiedad y ayuda a que se impliquen en sus curas”, reflexiona Teresa Sanclemente.
Consuelo Álvarez, adjunta a la Dirección de Enfermería de las Áreas de Conocimiento del Hospital de Traumatología, Rehabilitación y Quemados, añade que “para nosotros es una ventaja trabajar en esta nueva área, porque podemos ir más allá y tratar a cualquier paciente frágil, lo cual nos permite coger muchos más conocimientos médicos. Es una simbiosis extraordinaria”. “La ortogeriatria está muy ligada a la fractura de fémur, pero aquí empezamos a ver otro tipo de fracturas asociadas a la fragilidad ante las cuales tenemos que tener un abordaje multidisciplinar", acaba.
El perfil del paciente: 84,4 años con insuficiencia cardíaca
El perfil del paciente atendido los primeros meses desde la reapertura de la UGA es en un 50% mujer, de 84,4 años de edad y el diagnóstico prevalente ha sido una insuficiencia cardíaca. El 70% de los pacientes era frágil y el 30%, prefrágil. Ocho de cada diez no tenía dependencia moderada-grave para realizar las actividades de la vida diaria y la mayoría, un 98%, no tenía deterioro cognitivo o era leve. Una vez dada el alta, el 76% volvió a su casa, tres de ellos con apoyo de hospitalización a domicilio. Ocho pacientes, un 14.6%, requirieron traslado a un hospital de atención intermedia, y dos pacientes fueron exitus durante el ingreso hospitalario.
Hay que tener en cuenta que normalmente, cuanto más joven es una persona, su cuerpo tiene más capacidad para recuperarse de una enfermedad. Según la ecuación de Gompertz, el método más antiguo para calcular la esperanza de vida, la probabilidad de morir, de una cardiopatía, de un cáncer o de numerosas infecciones, como por ejemplo una neumonía, se multiplica más o menos por dos cada ocho años, también la capacidad de recuperarse de un altibajo. Por eso es importando un abordaje específico con este perfil de enfermos.
La Unidad Geriátrica de Agudos trabaja en un plan de alta desde el momento del ingreso con el objetivo de preservar la autonomía y evitar un deterioro funcional y cognitivo
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